En 1866, Puerto Bagdad Tamaulipas pasó a formar parte de la historia de las invasiones estadounidenses a México. Bagdad es una pequeña playa en el norte de Tamaulipas, pero en el siglo XIX era un puerto de gran importancia tanto para los norteamericanos durante la Guerra de Secesión, como para los invasores de Napoleón III cuando la intervención francesa. Así mismo, Bagdad era de interés para Matamoros en el lado mexicano y para Brownsville del lado norteamericano. La ayuda que los republicanos mexicanos recibían de los Estados Unidos llegaba por esa ciudad.
Bagdad era un bullicioso pueblo formado por casas hechas de madera a la orilla del río Bravo, en su desembocadura en el golfo de México. Por aquella época, la población era de alrededor de cuatro mil habitantes dedicados al negocio mercantil del puerto. No podían faltar los ladrones, vivales y fugitivos que frecuentaban las cantinas y burdeles de la ciudad. Como puerto de altura, era clave del comercio internacional no solamente con Estados Unidos, también con el de ciudades como Monterrey, Matamoros y poblaciones norteamericanas como Brownsville. De día y de noche, el puerto estaba lleno de embarcaciones dedicadas al comercio, tanto legal como al de contrabando. Durante la Guerra de secesión estadounidense, ante el bloqueo de puertos norteamericanos por parte de la Unión, Bagdad fue el puerto de exportación de los confederados, por, ahí salían toneladas de algodón para la industria textil europea, tabaco y otros productos agropecuarios; fue así como los sureños se hicieron en la región de recursos para la compra de armas y otros insumos para su guerra contra el norte.
Los bandos en pugna buscaban hacer alianzas con algún bando al otro lado de la frontera. Así, Unionistas y Confederados buscaban el favor del gobierno juarista o imperialista. Lincoln se había declarado neutral ante la invasión francesa y Juárez decía ser neutral respecto de la Guerra de secesión. La realidad era que ambos, buscaban alianzas al otro lado de la frontera común.
Napoleón III veía en la Guerra Civil Norteamericana la oportunidad de establecer un bastión para contrarrestar el dominio de Estados Unidos en América. Por su parte, Estados Unidos consideraba que la instauración de una monarquía en México representaba un acto de hostilidad, y que por la guerra de secesión por la que atravesaba, no era oportuno abrir un conflicto con el imperio napoleónico. Estados Unidos pedía a Francia que respetara la independencia de México y Napoleón III respondía solicitando al gobierno norteamericano que reconociera a Maximiliano de Habsburgo como cabeza del imperio mexicano.
Tras el asesinato de Lincoln, su sucesor Andrew Johnson, intensificó la postura norteamericana en contra de Maximiliano y el acercamiento al bando republicano fue franco. Matías Romero negoció préstamos para la causa juarista y gestionó la formación de una fuerza militar estadounidense bajo un mando mexicano para luchar contra los invasores franceses. El proyecto no progresó al considerarse que implicaría entrar en guerra contra Francia.
Bagdad era una “ciudad artificial”, pero representaba enormes riquezas por la recaudación de impuestos aduaneros para el imperio de Maximiliano. El general Tomás Mejía, apoyado por 2000 soldados y con el respaldo de la marina francesa era el encargado de las operaciones que en ese puerto se realizaban por lo que se suscitó el interés norteamericano pues la doctrina Monroe no permitía posesiones europeas en América.
En 1864 el general republicano Miguel Negrete hostigó constantemente a Mejía, por lo que los imperialistasreforzaron sus posiciones en Bagdad desembarcando quinientos soldados más y 140 artilleros franceses al anclar en ese puerto los buques el Var, el Maguellan y el Tactiquepor. El general Negrete se retiró en espera de refuerzos.
En 1865 las fuerzas confederadas simpatizantes con la causa napoleónica fueron desalojadas de Brownsville por el ejército de la Unión, que además envió 40,000 hombres a la frontera. Los franceses reforzaron sus posiciones enviando al barco Tisiphone a Puerto Bagdad.
El 28 de septiembre de ese mismo año, el general Mariano Escobedo se aproximó a Bagdad con 11 cañones y un destacamento al mando del Tamaulipeco Cheno Cortina, pues la toma del puerto sería complementada con una ofensiva sobre Matamoros. Al enterarse, el almirante Georges-Charles Cloué reforzó el puerto con dos buquesmás, el Adonis y el Tartare, convirtiéndolo en una fortaleza. Escobedo midió sus fuerzas y se retiró. El almirante Clouéemitió una enérgica protesta al comandante militar de Brownsville, General Weitzel, pues los artilleros norteamericanos hostigaban a las tropas imperialistas establecidas en México. Cloué amenazó con declarar la guerra a Estados Unidos y agregó otro barco más a su flota para defender Bagdad: el Antonia. En noviembre, Mariano Escobedo realizó un nuevo intento asediando a Matamoros y los franceses enviaron otro barco, el Allier del que desembarcaron 300 soldados austriacos, 20 mexicanos y 60 franceses.
LA BATALLA: En Brownsville, el teniente coronel Arthur F. Reed, con el fin de cruzar la frontera, concentró fuerzas desmovilizadas ofreciendo, ropa, sustento y una paga regular, así comenzó el reclutamiento de estadounidenses. El pretendido apoyo a Mariano Escobedo muy pronto se convirtió en invasión; el General Robert Clay Crawford, quien actuaría bajo la autoridad de los Juaristas, decidió atacar Bagdad por su cuenta y riesgo y en la madrugada del 5 de enero de 1866, aprovechando que los barcos Adonis, Tartare y Tisiphone habían abandonado el puerto, un regimiento de soldados de color de la Armada de Estados Unidos realizó un ataque sorpresa. Fueron decenas de soldados supuestamente afines a la causa republicana, pero vistiendo uniformes del ejército de Estados Unidos que, encabezados por un teniente de apellido Linscott, asaltaron el puerto de Bagdad y descargaron una ofensiva contra las fuerzas imperialistas. Algunos franceses y mexicanos conservadores se replegaron y abordaron el barco Antonia.
Acompañando a los soldados norteamericanos, entró una partida de bandidos que desató el caos. Los filibusteros se dirigieron en desorden a la aduana y a la comandancia y se apoderaron de la guarnición militar. En la acción murieron el centinela y dos soldados, los demás fueron hechos prisioneros. El vapor Antonia también fue víctima de la artillería norteamericana, dos soldados murieron en el ataque.
Los estadounidenses se dirigieron a la cárcel y liberan a un tal Mr. Foster, acusado de robo y asesinato, una vez libre, Foster encabezó el pillaje. La invasión dejó varios asesinatos y mujeres violadas, el saqueo es indiscriminado entre casas y negocios. Un diario norteamericano comentó: “Desde la ribera texana se oían las imprecaciones de los vándalos y los lamentos de las víctimas, y no se elevó una mano en defensa de estas”.
Crawford y Reed legalizaron el producto del robo a Puerto Bagdad al declararlo “botín de guerra en la lucha contra los imperialistas”. Ante tales abusos, el general Mariano Escobedo pidió apoyo al General Weitzel para controlar a Crawford y sus saqueadores, Weitzel envió a otro grupo de soldados de color, entre 140 y 200, quienes, en lugar de controlar la situación de violencia, se sumaron al pillaje.
La toma y el saqueo de Bagdad por parte de soldados del ejército estadounidense no terminó ni con la llegada de Escobedo y sus tropas, pues no fueron capaces de poner orden. El General republicano designó como comandante de Bagdad al coronel Enrique Mejía, quien tampoco pudo controlar la situación. El saqueo y el caos continuó por unos días más. Crawford pretendiendo ser el jefe de la plaza desconoció al coronel Mejía, ordenó a Reed tomarlo prisionero junto con Escobedo; luego de un breve tiempo ambos son puestos en libertad.
Escobedo pide más apoyo a Weitzel, quien envía más soldados estadounidenses “de color”. A pesar de la presencia de este contingente, el caos continuó. Por las noches se vieron todo tipo de embarcaciones cruzar desde Estados Unidos para después regresar cargadas con el producto del saqueo de Bagdad, ninguna autoridad mexicana pudo impedirlo.
Los comerciantes de Bagdad elevaron una protesta y reclamaron una indemnización a Estados Unidos, pero nunca obtuvieron respuesta. El almirante francés Georges Clouétambién protestó por esta nueva invasión norteamericana y exigió la salida inmediata de las tropas estadounidenses; éstas abandonaron Puerto Bagdad el 25 de enero de ése 1866.
En junio de ese mismo año, una columna de 2,000 soldados al mando del general conservador Olvera, salió de Monterrey y se dirigió a reforzar Matamoros siendo atacados en Camargo por un contingente de 5,000 republicanos y mercenarios norteamericanos. El general conservador Tomás Mejía se quedó en Matamoros con tan solo 150 hombres. Los franceses ya no fueron capaces de soportar los continuos embates republicanos y deciden evacuar el puerto de Bagdad, los 400 hombres que resguardaban esta plaza abordaron el Adonis y zarparon con rumbo a Veracruz.
En 1889 el Puerto Bagdad desapareció del mapa cuando fue arrasado por un huracán.