Cd. Victoria, Tamaulipas.- Hasta hace algunos días veíamos muy lejos, casi imposible que el día “D” de la elección se viera empañada por la violencia, y menos que a consecuencia de ello el proceso estuviera en riesgo.
Lo último que quieren los paisanos es que se llegue a esto. Al menos en los más recientes 90 años no ha habido incidentes graves en lo que atañe a comicios para Gobernador, por más que las pasiones se desborden. Nunca tampoco se ha anulado un proceso.
Sin embargo da la impresión que hay actores que lo desean, que es el objetivo a alcanzar en la última etapa de campaña, día de los comicios y en la poselectoral. Quisiéramos estar equivocados.
Allá en el sur de la entidad, un grupo de ciudadanos, comandados por una diputada suplente, se apostaron a protestar frente eventos que presidió el jerarca nacional de Morena, Mario Delgado Carrillo y el candidato a Gobernador Américo Villarreal Anaya.
De paso anunciaron actos de protesta en todos las actividades del equipo de Morena rumbo a la gubernatura.
Delgado vino a la zona a dar espaldarazo (como se dice en política) al candidato de Juntos Hacemos Historia ante los diferendos de las últimas horas con la gente del PAN.
Sin duda las campañas empezaron a tomar un camino peligroso, tanto que, si no entra la razón, podrían sobrevenir actos de violencia, algo que la inmensa mayoría de tamaulipecos no deseamos.
El juego de la democracia no es así. Si se impide el libre movimiento de aspirantes y electores vendría el caos y anarquía en perjuicio de los deseos ciudadanos
No solo eso. Se pone en riesgo la misma elección, que es lo que pareciera que quieren algunos: Que la autoridad anule el proceso.
Los ánimos andan muy exaltados en efecto y hace falta reflexión. En política el que se enoja pierde, como dicen, la mente se nubla y no se toman las mejores decisiones.
Hay que serenarse todos, como dijo Mario Delgado en el puerto, como lo diría cualquier priísta de viejo cuño. La destrucción no conduce a nada.
Recordamos cuando el 11 de noviembre de 1992, elección por la gubernatura y alcaldías, una turba le prendió fuego al comité Electoral de Matamoros en el afán de anular la municipal, algo que no llegó a realizarse porque los paquetes estaban a buen resguardo.
No siempre salen las cosas como se desean.
En esa misma fecha, en Jaumave, un grupo de activistas comandados por Bruno Alvarez Valdez, igual en horas de la madrugada le metieron lumbre al órgano municipal, pero se dio un hecho insólito: El presidente del comité se había llevado las urnas y papelería a su casa.
Hubo incendios en otros municipios como Xicoténcatl, Llera, San Carlos, Ocampo y Gómez Farías, y la experiencia no fue nada buena. Hay gente que fue a dar a la cárcel y otros se refugiaron en los Estados Unidos.
Ya habíamos dicho que el Tamaulipas bronco había quedado atrás, que los protagonistas prefieren resolver sus diferencias por la vía del derecho antes que por la violencia ¿o no es así?.
Nada agradables los incidentes poselectorales del 1978. Habrá que verse en ese espejo histórico. Murió gente inocente.
Ante todo serenidad. No hay que rascarle al “tigre” dormido porque se despierta y sería incontrolable.
No son buenas las historias que cuentan los llerenses cuando la insurrección de Lupe Arcos Acuña. Vinieron los sucesos del 12 de marzo del 1947 en que perdieron la vida varias personasy otras encarceladas al intervenir el Ejército Mexicano. Tenían que aplacar a los rebeldes.
Como en ningún otro lugar, en 1958 en Llera hubo dos alcaldes: Rómulo Osorio, apoyado por el pueblo, y Luis Montoya, el preferido por el Gobernador Treviño Zapata.
Y qué decir de las represiones en Nuevo Laredo desatadas por el propio Treviño Zapata, para imponer a Luis Treviño Peña como alcalde. Se dio el robo de urnas por parte del partido oficial, el PRI, a través de gente que mandaron desde otros municipios.
Por nada es prudente alejarse de la Ley. Los órganos autorizados son los que deben aplicarla sin necesidad de “pactos” ni acuerdos cívicos. El que la violente debe pagar las consecuencias.
Antes que pensar en buscar causas para anular el proceso, los partidos y sus candidatos deben concentrarse en cómo salen mejor las cosas. El incendio y robo de urnas quedó atrás.
En las siguientes semanas viene la preparación y cierre de campañas. Se espera lo de siempre, asistencia de los jefes nacionales de los partidos, conjuntos musicales para atraer aelectores, rifa de artículos electrodomésticos y dinero en efectivo para la gran movilización a las urnas.
Y no precisamente el equipo (cuarto de guerra) que provoque la mayor movilización será el que gane. La experiencia dice que a la hora de la decisión, el elector puede cambiar de parecer. En ocasiones es por convicciones o porque alguien le “cae mal”.
Necesario remarcar el llamado a la calma y serenidad. Sin necesidad de actos reñidos ganará la alianza de partidos que goce de más simpatías.
Mientras esto se da entre los contendientes, el árbitro, el IETAM, se sigue preparando para el gran día. Jueves de sesión doble en que analizarán más denuncias de ambos bandos. La sangre no llegará al río.