¿Dónde se rompió la vara del equilibrio en el Tribunal Electoral de Tamaulipas (TRIETAM), que movió hacia al centro a los Magistrados? Todo empezó con el maltrato del panismo regional y su comandante en jefe, quienes antes de la elección constitucional, argumentando políticas de austeridad, destituir a dos magistrados electorales. Error de precisión de los azules: los dos juzgadores, se ampararon y fueron repuestos en sus cargos. La Ley es la Ley, y el juzgador debe dar preeminencia a la impartición de Justicia; sin prejuicios, sin tendencias. Sólo que eso se inserta en el plano de la filosofía del Derecho; no en el terco mundo real de la política. Y menos, en los oscuros sótanos de la justica electoral y de la Justicia, Justicia. Bajo ese marco, se debe explicar la orientación del voto mayoritario de los miembros del TRIETAM, que mayoritariamente desecharon las quejas e inconformidades para intentar -así lo han dicho- anular la elección y tumbar la decisión de más de 830 mil tamaulipecos que eligieron como su gobernador a Américo Villarreal Anaya. René Osiris Sánchez Rivas y Edgar Ivan Arroyo Villarreal se inclinaron a la izquierda. Esta dupla, se infiere, hasta con alegría, se sumaron al proyecto de su compañero, Edgar Danés Rojas para desechar la petición del bando azul. ¿Algún ingenuo, pensó que Sánchez Rivas y Arroyo Villarreal, se pronunciarían a favor de sus verdugos? Al parecer, los hubo; los hay. La frágil oposición de la presidenta del TRIETAM, fue un guiño para el factor que la llevó a ese relevante cargo. Insuficiente para dar un vuelco a una decisión que realmente estaba tomada desde el momento en que las instancias de Justicia federales, ordenaron el regreso de los Magistrados despedidos. ¿Por qué fueron reinstalados? Por un olvido del Congreso: quién está facultado para reglamentar los métodos de elección de Magistrados, es el Senado de la república. De hecho, el intento para despedir a los abogados referidos, correspondía sólo e inequívocamente a la Cámara alta de la nación. Hoy, se ve el acto de los diputados panistas -fueron los responsables de articular un decreto para decirle adiós al par de Magistrados- se convirtió en un doloroso bumerang: el golpe -karma dirán los místicos- que regresó con mayor fuerza y vergüenza para el panismo tamaulipeco y sus asesores jurídicos que exhibieron una estatura muy menor para los salarios y la confianza que les ha profesado el líder real del panismo regional. Lejos de vulnerar la mayoría en el TRIETAM, con el albazo parlamentario, se le inyectó una fuerte dosis de independencia y autonomía a la más alta autoridad electoral en la entidad. Sin duda: perdió el PAN. Se le fue de las manos, una mayoría holgada que poseía hasta antes del intento de aniquilar la carrera de Sánchez Rivas y Arroyo Villarreal. ¿Quién es el responsable de tan grande pifia? Inobjetable: los diputados azules y quienes les aterciopelaron los oídos. ¿Quién gana en ese nuevo y saludable escenario, donde se ve un TRIETAM, Re oxigenado, reinventado y con una legitimidad bien construida desde su trabajo? Está claro: el TRIETAM, MORENA y Villarreal Anaya. Lo mismo, con los tamaulipecos: tendremos una autoridad electoral, de otro cuño, de otra piel.