El matamorense, Manuel Cavazos Lerma (MCL), como gobernador intentó convertirse en un poder transexenal, con la postulación de su paisano y colega, Tomás Yarrington Ruvalcaba (TYR). No pudo; su sucesor, se desprendió de todo vínculo de la administración que le antecedió, encarcelando a uno de los hombres más poderosos del Gabinete estatal ido: el arquitecto Pedro Hernández Carrizales. El distanciamiento de TYR de MCL, se hizo más notable, con el cuestionamiento técnico-político de una de las obras emblemáticas de éste: la carretera Rumbo Nuevo. En lugar de portarse institucionalmente manejó mediáticamente todos los datos que hicieron de esa obra una construcción mal diseñada, mal planeada y mal llevada a cabo. MCL, entendió la actitud de TYR y se enconchó en las tareas que su partido –PRI– le encomendó en diferentes estados del país. Cauto, el ensombrerado gobernador, apechugó las afrentas de su hijo político. Como la vieja sentencia: se sentó en el quicio de la puerta de su casa, a ver pasar el cadáver de su enemigo. Como rayo, cayó el karma sobre la humanidad de TYR: estruendoso, intempestivo, sonoro y destructivo –políticamente mortal, en este caso–. El ex delegado estatal de la Secretaria de Hacienda, hizo candidato y gobernador a Eugenio Hernández Flores (EHF). Éste, no tuvo que emplearse a fondo para desprenderse de la tutela de TYR: la Federación desplegó una intensa persecución contra el ex gobernador replegándolo a otros continentes del mundo para evitar caer en manos de la Justicia. Eso, le dio oxigeno a EHF. Sin tensiones, Geño gobernó sin contrapesos, libre de compromisos: Tomás, estaba recluido en una prisión de Italia; sus representantes en el Gabinete del victorense, descabezados no dijeron ni pío a favor de TYR ni mucho menos hicieron reclamos a EHF. Egidio Torre Cantú (ETC), como gobernador sufrió varias intentonas de Geño para influir en su administración. La respuesta del hermano de Rodolfo, fue brutal: llevó a la cárcel a uno de los funcionarios más queridos de la administración geñista: Mario Ruiz Pachuca. Varios años en chirona, para el potosino, fueron el contundente mensaje del ex delfín de Eugenio para quien pensó construir un micro-maximato en la región. El evento, marcó la ruptura total entre EHF y ETC. Francisco García Cabeza de Vaca (FGCV), sintió muy cerca de la nuca la respiración de Geño. Era un ex gobernador, con mucho consenso ciudadano; poseía aún más preferencias que cabeza de Vaca en diversos segmentos de la sociedad tamaulipeca y manejaba un PRI, que podía impedirle concretar coaliciones políticas –como finalmente se hizo– en el futuro. Para evitar problemas mayores, le construyó un expediente y lo encarceló. (Hasta hoy, sigue preso). Seriamente, nunca le disputó espacios políticos mayores, a FGCV en la entidad. ¿Cuál ha sido la constante en ese escenario de transición y de reacomodo de gobernadores? Una fundamental: el rompimiento; el acomodo turbulento del que llega, en el espacio de poder del que se fue. Ese paisaje sociopolítico, está más que pintado en Tamaulipas. FGCV, trata de heredar podas de su gobierno, en el de Américo Villarreal Anaya. ¿Qué final, se debe esperar? La historia, la maestra de la política lo dice: el sacudimiento tosco de todo factor viejo, que aspire a intervenir en la emergencia de lo nuevo. ¿Dónde reventará la cuerda más delgada? Hay muchas posibilidades: en el Poder ejecutivo, en el Poder judicial, en el Poder legislativo, en la mega Fiscalía, en el área de Comunicación social. Hasta en esto, les falló a los que se fueron: invirtieron millonadas en parques eólicos, en ranchos, en fincas y engrosaron sus cuentas en el extranjero; qué poco previsores. ¡Debieron invertir, en cómodos y acogedores penales!