Inédito.
Sin precedentes en la forma y el estilo directo y humanista de atender políticas públicas, por parte de un mandatario estatal.
El gobernador de Tamaulipas se subió a una de las doce pipas de 20 mil y 25 mil litros de agua potable adquiridas por el sexenio estatal, para responder al clamor ciudadano.
Y fue el mismo Villarreal Anaya quien media hora más tarde, desde los rincones más apartados de la ciudad, en una encrucijada de calles populares, puso el ejemplo, llenando el mismo los tinacos de las familias trabajadoras.
Bajo una temperatura que ya casi llegaba a los 40 grados, vimos a un gobernador de camisa blanca y pantalón oscuro, con la sonrisa de satisfacción en los labios, mientras un grueso chorro de agua cristalina, llenaba la cuenca de plástico, en uno de los hogares proletarios de la capital.
Lo acompañaba su esposa María. Como desde el inicio, ambos personajes de la vida política en Tamaulipas, estaban haciendo historia, y ofreciendo en los hechos una catedra de humanismo y de sencillez, para bienestar de las familias tamaulipecas.
Pasaba de las once del día, cuando avanzábamos en zigzag por los barrios de la colonia Echeverría, en un pequeño automóvil blanco. El conductor quería llegar primero que el convoy de doce pipas nuevas, llenas con 20 mil y 25 mil litros de agua potable.
Estábamos en el centro del corazón proletario de ciudad Victoria.
Esta vez no había mítines ni concentraciones ciudadanas preconcebidas. Solo un puñado de funcionarios estatales y municipales, encabezados por un gobernador que en medio del sol , se puso a predicar con el ejemplo, auxiliando a los más necesitados.
Desde que finalizaron los honores en el Paseo Méndez, el gobernador Américo, su esposa María y el equipo de Lalo Gattas, dieron el banderazo de salida a las nuevas unidades automotrices.
Inmediatamente después, Américo se subió a uno de aquellos camiones cisterna, y ordenó que le dieran rumbo al sector poniente de la ciudad, un lugar donde es mayor la demanda por la falta del vital líquido.
A esa hora próxima al mediodía, con el solazo a cuestas, los encargados de giras, funcionarios del gabinete estatal, reporteros y camarógrafos se amontonaron en torno a una pequeña casa, donde había un tinaco de 600 litros. Ahí se metió Américo, agarró la manguera verde de una pulgada y la introdujo a la robusta cisterna de polietileno.
Enseguida el gobernador volvió a echar agua en dos domicilios más. Un grupo de mujeres del sector se dieron cuenta y salieron para echarle porras al mandatario estatal, agradeciéndole que fuese él, quien los abasteciera del agua que tanta fata les está haciendo en esta época de verano.
En la gira por la colonia Echeverría, también estuvo presente la señora María de Villarreal, esposa de Américo. La señora María Santiago estuvo junto a su marido, en el llenado de los tinacos.
Por ahí saludamos también al Secretario de Salud del gobierno estatal, el doctor en traumatología Vicente Hernández Navarro. En los honores, damas como la Secretaria de Finanzas Adriana Lozano, misma que según dicen le late s corazoncito, en dirección a la heroica Matamoros, que actualmente gobierna con mucho acierto responsabilidad, el alcalde Mario Alberto López Hernández.
Saludamos también a la abogada Tania Contreras López, titular del área jurídica estatal, y hoy por hoy, considerada entre el círculo más cercano al gobernador. A Tania se le ve perfil como para presidir la próxima bancada morenista del Congreso local.
Acreditada como una mujer inteligente y combativa, que ha alzado la voz para denunciar las corruptelas del cabecismo, y de sus aliados transexenales, que se niegan a dejar el cargo, pese a que en las pasadas elecciones por la gubernatura, el voto popular dio la orden de que se largaran. Pero cínicos como son todos ellos, es hora que no lo han hecho.
POSDATA.—Ayer por la mañana, mientras se llegaba la hora del arribo del gobernador Villarreal Anaya a los honores del lábaro patrio, el autor de esta columna, sufrió un incidente a manos de los abusivos elementos de la seguridad, mismos que sin criterio alguno, me ordenaron salirme del cerco de barrotes metálicos, donde solo ellos deciden quien debe estar.
Les aclaro a estas personas que, ni el Presidente AMLO trae ya al prepotente Estado Mayor, propio de otros sexenios federales de triste memoria. Los encargados de seguridad, están chifladitos, y ya en otras ocasiones se les ha pasado la mano para correr o no dejar a conocidos comunicadores, en algunos eventos de la administración estatal.
Ya es hora de que alguien les diga a estas gentes que, si alguien como el autor de esta columna asiste a un evento, es para trabajar, para estar lo más cerca posible de lo que sucede y hacer mi trabajo de crónica o de análisis. Un tipo que dijo llamarse Irán o Iván Molina, trató de sacarme de mi espacio en los honores.
Otro sujeto de aspecto obeso, y chaparro mal encachado, ( al estilo de los antiguos policías preventivos panzones y con el pantalón a media cadera), también contribuyó, para según ellos, lucirse a base de atropellos. Me pregunto: con quieren quedar bien?
Con el gobernador? No creo.
Américo no va con ese estilo que pertenece a los tiempos del panismo cabecista. Esperemos y que la Cuarta Transformación también domestique a estas larvitas del atropello a los más elementales derechos de informar.
Buscamos difundir el valioso trabajo que desempeña nuestro mandatario morenista Américo Villarreal Anaya. Y una pequeña pandilla de guardias fascinerosos no nos lo va a impedir.