Hoy he dejado de lado otros temas, para abordar uno que me parece medular y de primer orden.
Hablo de la actitud represiva que siempre caracterizó al cabecismo y a algunos de sus elementos más retrógrados, como son los llamados Trucos. Uno de estos hermanos, fue quien ordenó a sus guaruras agredir físicamente al compañero periodista Inés Figueroa Vitela, ayer en el interior del Congreso local.
Por cierto, uno de ellos, fue nada menos que candidato a la gubernatura por el PAN. Y algunos periodistas que hoy, hipócritamente están publicando alguna columna a favor del comunicador agredido, parecen olvidarse que en el pasado inmediato, acudieron a aquel almuerzo, del abanderado Verastegui con los medios.
Y le dieron cínicamente la espalda al proyecto de la 4T y de su candidato, el doctor Américo Villarreal Anaya. Las grabaciones y videos que los mismos organizadores hicieron, no nos dejan mentir. Y aquí, debemos deslindar a quienes fueron por disfrutar del convivio, y aquellos que estuvieron por verdadera simpatía y por compromiso.
Por esa y otras razones, puntualizo: mi solidaridad con Figueroa no es de dientes para afuera, pues se sustenta en la congruencia de hacer periodismo democrático, a favor de los ciudadanos que buscan construir un mejor Tamaulipas.
Un periodismo que no hace de la agresión su modus operandi, sino que se conduce a base de propuestas y de análisis. Un periodismo que busca cancelar una época de violencia y de inestabilidad política, que no chantajea y tampoco se fragua en los espacios de la tenebrosidad.
Hablo de un periodismo que da la cara, y que no esconde en las redes sociales para denostar y agredir con palabras soeces, a través de agentes provocadores. Ya es hora de decir que este periodismo carente de nivel moral, y de vergüenza pública, es el que a la fecha ha estado hostigando al gobierno morenista en Tamaulipas.
Afortunadamente somos más los comunicadores que hoy buscamos construir un escenario de paz social, donde la ciudadanía y sus familias se eduquen, trabajen y convivan en un clima de armonía, y sin sobresaltos.
Ese es el periodismo que elementos como Figueroa y algunos otros colegas hemos practicado durante todo este tiempo.
Esperemos que los panistas entiendan que, el insulto y las agresiones no son buenas banderas políticas. Y que no se puede avanzar en una democracia a base de golpeteo y de tenebrosidad.
La mejor herramienta es el diálogo, entendido no como una actitud de entreguismo y mansedumbre, sino como una postura de dignidad y de respeto mutuo.
También el grupo político que perdió la elección en el 2022, debe aceptar que humillar y pisotear a quienes no piensan como ellos, no es la fórmula para ganar el reconocimiento social, y avanzar en sus respectivos proyectos.
Dejo para el final, a la diputada Leticia Sánchez Guillermo, una dama que consciente o inconscientemente fue utilizada por el grupo panista que comandan los diputados Luis Cantú y Fernando García Aguiar. ¿Porque fue utilizada?
Porque para Figueroa, en el momento de la agresión, le fue imposible contestarla, dado que se trataba de una dama, de una mujer, y el tema de género es muy delicado.
Sánchez Guillermo no debió agredir a Inés Figueroa, por la sencilla razón de que el periodista no le estaba haciendo nada. Lo único que a ella le enfureció fue que Figueroa cruzó la puerta, que ella custodiaba.
Tampoco se observa que ya en el interior, en su discusión con los panistas, Inés asuma actitudes hostiles. Simplemente se limita a argumentar el motivo de su presencia ahí, pero en eso está, cuando la diputada Sánchez Guillermo le asesta un golpe en el rostro.
Sánchez Guillermo es una mujer que merece todas las consideraciones de su género. Pero lejos de enaltecer esa característica, lo que hace es denigrarse a si misma, con su actitud agresiva y con su lenguaje soez, tal y como se ve y se escucha en el video.
CONCLUSIÓN: Tal ves en ese rato, los panistas que ejercieron violencia física, y le echaron montón al periodista agredido, se hayan salido con la suya.
Sin embargo, conforme pasan las horas y los días, a todos ellos, incluyendo a García Aguiar, a Luis Cantú, y al diputado federal de apellido Verastegui, los condenan los hechos. Los retratan tal cual son: un grupo que no se dedica a hacer política en Tamaulipas, sino a golpear, a agredir. Y a buscar arrebatar, lo que el derecho y la razón no les concede.