Estimado hermano, en este vigésimo noveno domingo del Tiempo ordinario (Ciclo A), la Palabra de Dios nos habla con el Libro del profeta Isaías (Is 45,1.4-6); el Salmo 95 (Cantemos la grandeza del Señor); la primera carta de san Pablo a los Tesalonicenses (1Tes 1,1-5); y el Evangelio de San Mateo (Mt 22,15-21). Por ser el Domingo Mundial de las Misiones, se puede cambiar la segunda lectura, por la carta de San Pablo a los Efesios (Ef 3,2-12).
Deseo compartir esta reflexión en tres pequeños apartados:
La Palabra de Dios. Como reacción ante las dos parábolas anteriores (viñadores homicidas y los invitados a la boda, los dos domingos pasados), los fariseos desean acabar con Jesús, y para ello hacen una pregunta insidiosa con carácter político y fondo religioso: ¿Es lícito o no pagar el tributo al César? Si decía que sí, se mostraría como un mal judío; se respondía que no era lícito, aparecería como un agitador contra el poder político.
Jesús, no cae ni evade la trampa, más bien los desenmascara: “Den, pues, al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios.” Jesús los lleva a lo más profundo: reconocer a Dios como único Señor, pues devolver a Dios lo que es de Dios, supone reconocer que sólo Él es el Señor, sólo Él tiene el dominio absoluto.
No se trata solo de romper con el dominio del Emperador (lo que era equivalente a no pagar los impuestos, pero quedarse con la moneda), sino de erradicar la dependencia (devolved), romper con la opresión que viene del apego al dinero y a la explotación. Devolved, significa quedar libres, para adorar al Dios verdadero y darle lo que le corresponde. Por ello, no se puede servir a dos señores a la vez.
Ciertamente, hoy nos corresponde vivir nuestro cristianismo dentro de una sociedad civil, y ello nos demanda: cumplir con nuestras responsabilidades civiles, que nos implican la justicia y la búsqueda del bien común (con estas dos virtudes nunca serán contrarias a nuestra conciencia y a la voluntad de Dios, si así fuese, no estamos obligados a cumplirlas, porque no merecen el nombre leyes, por no ser justas. “Santo Tomás de Aquino”); y dar testimonio del evangelio.
El Domingo Mundial de las Misiones. La respuesta que damos a la palabra de Dios escuchada es con la aclamación al salmo: “Cantemos la grandeza del Señor” Pero, ¿cuántas personas hay que no han escuchado la Palabra de Dios? Unos no la han escuchado, porque no la conocen y no hay quien se las anuncie; otros quizá porque no la han querido recibir. Sin embargo, todavía hay mucho por anunciar.
Es por ello, que este domingo, podemos hacer dos grandes cosas por las misiones:
Seamos misioneros de vanguardia, es decir, compartamos la alegría de anunciar a Cristo Resucitado desde cada una de nuestras realidades y a todos los niveles a nuestro alcance. Así permitiremos que la Palabra de Dios no solo ilumine y transforme nuestro corazón, sino el de todas las personas con las que compartimos y convivimos en el día a día.
Seamos misioneros de retaguardia, es decir, apoyemos con nuestras oraciones a todos los hermanos y hermanas que han dejado su familia y su tierra para ir a anunciar de modo exclusivo el evangelio en lugares de misión, nuestra oración es principalmente la que les sostiene para permanecer ‘fuertes y perseverantes’ en esos lugares.
Pero también apoyémosle con nuestra ofrenda económica, pues las colectas de las misas de este domingo, se destinan íntegramente para la misión. Es importante destacar, que algunas Prelaturas Apostólicas en nuestro país, reciben de esta colecta apoyos para poder continuar y llevar adelante el anuncio del Evangelio.
Sigamos orando por el Sínodo de la Sinodalidad. Este sábado hemos concluido el cuarto modulo de los trabajos sinodales, aún nos queda una semana de trabajo. Hemos sido testigos de la Catolicidad de la Iglesia, Iglesia que escucha, que acoge y que nos invita a caminar juntos, a ser sinodales.
Todos estos trabajos son la continuación de la consulta que se realizó en cada una de nuestras parroquias, y que volverán para seguir profundizando y poder concretar en la próxima Asamblea Sinodal del 2024.
Hacer de nuestra Iglesia una Iglesia sinodal, requiere de una espiritualidad inspirada en la Santísima Trinidad, donde todos nos enriquezcamos, y donde cada uno de nosotros aportemos nuestros carismas; por ello todavía hay mucho por hacer, pero lo más importante es que nos dispongamos a ser sinodales y nos formemos en la Sinodalidad.
Por favor, sigamos orando por esta Asamblea Sinodal 2023. Desde Roma, les saludo con alegría, y oro también por ustedes.
Estimado hermano, pido a Dios te bendiga y te conceda todos los deseos y anhelos de tu corazón. Bendecido domingo, arrivederci…