III Domingo de Adviento Ciclo B
Estimado lector: la liturgia de este domingo nos presenta para nuestra reflexión el texto del profeta Isaías 61,1-2.10-11, en el Salmo aparecen algunas líneas del Cantico que pronuncia María llamado Magníficat (Evangelio de Lucas 1), la segunda lectura nos propone la cita de la primera carta de San Pablo a los tesalonicenses 5,16-24 y en el Evangelio el texto de San Juan 1,6-8.19-28. Tomando en cuenta estos textos quiero proponer una reflexión en tres momentos:
Al tercer domingo del Adviento se le conoce como Domingo de “gaudete”, es decir, el Domingo de la alegría, el domingo que nos recuerda con profundo gozo la cercanía del nacimiento del Señor. Su nombre se toma de la antífona de entrada de la Misa que dice “Estén siempre alegres en el Señor, les repito, estén alegres. El Señor está cerca” (Flp 4,4-5). El color litúrgico que se puede utilizar es el rosa, quien lleva siglos en la tradición católica, y quien también se puede usar en el cuarto domingo de Cuaresma, conocido también como “Laetare”.
El sentido de este color es recordarnos que el tiempo de preparación llega a su fin y la gran fiesta está ya cerca. Así, el color de la liturgia de este día quieren significar y anunciar el gozo y la alegría.
La alegría cristiana. Dice el Papa Francisco que “la alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús. Quienes se dejan salvar por Él son liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento. Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría” (Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium). Esta nace “de la certeza personal de ser infinitamente amado, más allá de todo”.
Son muchos los pasajes del Evangelio en los que la cercanía de Cristo desemboca en esa alegría, en esa felicidad. Por ejemplo, la alegría de los pastores a los que un ángel les anuncia el nacimiento del Salvador, los Magos que se alegran porque una estrella los llevará hasta donde está el Niño, Juan el Bautista que salta de gozo en el seno de su madre ante la presencia de Jesús en el seno de María, entre otros. De esto se trata este domingo; este día nos enseña a estar siempre alegres porque Dios es un padre bueno, que nos envía a su Hijo.
Juan el Bautista en el Evangelio nos invita a ser testigos de Jesucristo. Diría yo que el cristiano está llamado a dar testimonio del amor de Dios que produce alegría en la vida y en el corazón de la persona, porque él sabe y se experimenta amado profundamente por Dios. Y en esto consiste la Navidad, en celebrar a un Dios-con-nosotros, cercano, a nuestro alcance, que viene a mostrarnos su amor por nosotros.
El Tiempo del Adviento del 17 al 24 de diciembre. Cuando nos encontramos a una semana de la Navidad, la liturgia de la Iglesia nos presenta en estos días una preparación más directa al misterio de la encarnación de Jesucristo, es decir, su nacimiento. Se les llama Ferias Mayores de Adviento, con sus antífonas de la “Oh” (pues todas comienzan por esa exclamación), y nos ayudan a preparar nuestros corazones para recibir al Señor, que quiere venir a nosotros. Los elementos que hemos venido utilizando para ayudarnos en la preparación son la corona de Adviento, el nacimiento que ponemos en nuestra casa y en la Iglesia, las posadas donde rezamos el rosario y cantamos, los villancicos, entre otros.
Finalmente, debemos decir que el Adviento es un tiempo privilegiado para los cristianos ya que nos invita a prepararnos para celebrar un acontecimiento que ha marcado la historia y la vida del hombre de fe, es un tiempo que nos impulsa a vivir el presente y descubrir en él a Jesús que está constantemente viniendo a nuestras vidas, y es un tiempo que nos lleva a preparar el futuro, sabiendo que Jesús vendrá de nuevo. Digamos con la Liturgia ¡ven, Señor, Jesús! Preparemos nuestro corazón y nuestra familia para acogerlo esta Navidad.
Que tengas un bendecido inicio de semana
P. José David Huerta Zuvieta