Arrasado por la indiferencia ciudadana, petrificado en su lecho de soledad y cubierto su rostro de mortero y vidrio por una burka de telarañas, yace a la orilla del boulevard un símbolo decrepito del poder. Las redes sociales pasan de largo ante ese bulto silencioso. Ni un mendrugo verbal alimenta su vacío infinito y premonitorio.
Paradoja del tiempo: en la era de las grandes tecnologías mediáticas el PRI se encuentra enclaustrado en su insoportable levedad, cobijado por un sudario de pichones y de gorupos. Adentro habita una mujer llamada Paloma.
Sus alas ya no son las mismas de otros tiempos, cuando aquella joven diputada solía sentarse con desparpajo sobre las alfombras del flamante recinto legislativo construido por el manatuato. Se vivían los inicios de los años ochenta.
En ese entonces la dama tampiqueña era toda una diva. Flirteaba, debatía, bromeaba con sus compañeros de bancada. ¿Sus inseparables? Jaime y Abraham.
De aquella época se recuerda su sonrisa jovial y su especial estilo para llevarse el cigarrillo a los labios. Las volutas de humo junto con su increíble vuelo por las alturas del sistema, ahora solo son evocaciones difuminadas de una vida política que cuelgan en el museo de la memoria.
Paloma ganó mucha presencia en la pirámide del sistema priista. Aquí en el estado operó para varios gobernadores tamaulipecos en temas de justicia y de política interior. A nivel federal ha colaborado con equipos estratégicos como el célebre despacho de Bucareli comandado por el hidalguense Miguel Ángel Osorio Chong. Años atrás, por la vía de su pareja sentimental ya fallecido, Chema Morfin Patraca, estuvo muy cerca de Manuel Bartlett.
Es una dama que trae en sus alforjas muchísima información, pero ha sabido cuidarla con la debida prudencia y cautela que siempre la han caracterizado.
Sin duda una dirigente estatal de lujo, para un PRI tamaulipeco que vive un declive terminal, y que ya no es de coyuntura. Se alejaron del centro y se envolvieron en la vorágine neoliberal. Hoy están pagando el costo de su divorcio con la clase trabajadora.
Trató de entender a Paloma en su circunstancia Ortegagasetiana. La observo tratando de mantenerse a flote, en ese bote envejecido del priismo, con la esperanza en que vendrán tiempos mejores.
Sin embargo, lo que no atino a comprender es que ella, una ave de vuelos caros y batallas memoriosas se vea involucrada en escándalos tan elementales y domésticos, como el de no pagarle a su planta de empleados en el PRI.
Imagínese a la hermana del Subcomandante “Marcos”, envuelta en un lío de reproches caseros e imputaciones de que se está quedando con un dinerito sagrado para la antigua servidumbre asignada desde hace muchas décadas en el servicio de la casona tricolor.
Aunque lo anterior, es meramente un problema menor, apenas un indicio de lo que realmente está ocurriendo en el fondo. El PRI ya no aguanta más, bajo el peor de los liderazgos que haya tenido en toda su historia centralista y muy alejada de la democracia interna. Y vaya que los ha tenido el tricolor. Pero ninguno con los excesos y la locura neroniana y caligulesca de Alejandro Moreno Cárdenas, Alito.
Ese y no otro es el principal factor que le pesa a nuestra amiga Paloma en el PRI tamaulipeco: pertenecer a una camarilla de priistas insostenibles y aferrados a la osamenta de lo que ha quedado del antiguo esplendor priista.
En mi opinión, Paloma debería darse el abrazo de Acatempan con los que hoy buscan el renacimiento democrático de un nuevo partido que debería cambiarse de nombre.
Aun es tiempo para que Paloma reflexione. Una dama de su nivel político, no debe de concluir su carrera en el partido, apoyando a un grotesco cacicazgo como el que ya ejerce de facto, su dirigente nacional.
¿Qué si en el PRI estatal hay prerrogativas de carácter administrativo y político? Obviamente todavía las hay, mientras que no pierdan el registro.
Pero hay mucho trabajo por hacer. Las alianzas con el panismo-cabecismo no dieron resultados. Todo lo contrario convirtieron al tricolor en un apestado.
El PRI tiene que salir de nuevo a la calle a hacer talacha. Pero primero tiene que asear la casa, limpiarla de telarañas, tanto literales como metafóricas.
En el PRI nacional ya casi todos se salieron. Aquí en el PRI estatal, desde hace mucho que todos corrieron hacia la sombra de MORENA. La dialéctica del sistema de partidos sigue su curso.
Volverán las luchas por el poder, volverán otros partidos a ganar presencia y a presidir la moda de las membresías políticas en el poder…pero el PRI de la confianza ciudadana, de las gubernaturas, de la Presidencia de la república.. como las golondrinas de Gustavo Adolfo Bécquer, ESE NO VOLVERA.
POSDATA.— Como en la obra teatral de Federico García Lorca, la dirigente estatal del PRI, una dama de prestigio y de historia, se ha recluido, dicen, herméticamente en sus oficinas.
¿Será acaso Paloma la “Bernarda Alba” del siglo XXI que ha decidido enclaustrarse y guardar un luto político riguroso, velando a un PRI inerte y alejado del pueblo?