Desconozco cuántos periodistas abrevamos en la chiche de Don Manuel C. (Cristóbal) Montiel Govea.
Todo un ícono del periodismo.
Pero me uno al homenaje que le rindieron (el pasado viernes) diversas organizaciones, el viernes que nos antecede.
A Don Manuel, hace más de cuatro décadas lo conocí en ‘Rotativo’ (un periódico diario que circuló profusamente en la Ciudad de México). Y desde ahí sostuvimos una relación estrecha, luego de que mandara a la chingada, mi trabajo, por no saber encabezar una nota.
Incluso, echó a la basura mi propuesta, diciéndome: ‘Son pendejadas’.
Me apliqué. Y en corto tiempo hizo montar un escritorio al lado suyo, el cual ocupé, para darle secuencia al proceso del diario, pues ya me ‘agarró’ confianza.
Para entonces él encabezaba la principal y me dejaba espacios para ir rellenándolos según las notas, siempre con él consultadas vía telefónica.
Cuando renuncia como director –tenía yo acaso 23 años– me ofrece ir a Guadalajara (Jalisco) como Jefe de Redacción y posteriormente director; y a menos de un año me pidió regresar a la Ciudad de México para apoyar un nuevo proyecto.
Me encargué de la jefatura de redacción, primero, en ‘El Periódico’.
Luego fui subdirector.
Y él se desprendió.
Meses después reapareció como director de ‘El Sol de México’, ‘Sol del Estado de México’ y ‘Sol de Mediodía’ (donde también colaboré). Y al separarse me recomendó con Carlos Cantón Zetina y su hermano Miguel, para publicar en ‘Excélsior’ dominical y ‘Quehacer Político’, donde fui sub director editorial.
Nos distanciamos por algunos años.
Él se vino a Tamaulipas –como coordinador de Prensa del (entonces) gobernador Américo Villarreal Guerra–, y yo me dediqué al periodismo de investigación, ejerciéndolo en toda la República Mexicana y varios países, hasta que fui concentrado en la Ciudad de México como subdirector de un periódico nacional: México Hoy.
Al renunciar a éste me contrataron en El Mañana (de Reynosa), para hacer una columna. Y ahí viví cerca de seis meses, por el ofrecimiento de abrir un periódico en Ciudad Victoria, del cual sería responsable.
Corría el año de 1997, encontrándome nuevamente con Don Manuel.
Él me pidió irme del estado por las circunstancias, pero le insté en que mi trabajo profesional me obligaba a estar en la localidad.
Ante mi necedad él aceptó y otra vez coincidimos en tertulias.
Retomamos la amistad.
El cariño entre hombres bien nacidos.
Por ello, celebro el homenaje que le rindieron diversas organizaciones periodísticas, pues Don Manuel es un ícono en los medios de comunicación masiva.
Como profesional, incomparable;
Como amigo, el más;
Como solidario, no hay quien le guarde rencor; y
Como funcionario, intachable.
No hay, en todo el país, quien pudiera opinar lo contrario, porque Don Manuel siempre defendió la legalidad y hasta roces tuvo con sus jefes para defender al gremio.
Él jamás se sometió a la instrucción gubernamental.
Hasta el grado de varias veces presentar su renuncia por los excesos y acciones pretendidas contra la prensa.
Es mi ídolo en el periodismo.
Mi amigo.
Le mando bendiciones, abrazos y besos fraternales.
Y se los daré personalmente en cuanto me lo permita Cristóbal, su hijo.
¡Felicidades por tan merecido reconocimiento!
Correo: jusam_gg@hotmail.com