Cd. Victoria, Tamaulipas.- Dicen que, en política, es válido cambiar de
chaqueta siempre y cuando no sea tan seguido.
Así, en junio del 2017 Felipe Garza Narváez, Javier Villarreal Terán y
una docena más abandonaron las filas del PRI cuando vieron que había
perdido el rumbo, dijeron.
Hoy Felipe es Delegado de Gobernación (por segunda ocasión) y el
mantense ocupa un escaño en el Congreso Local.
Los vacunos ganaron la gubernatura en 2016, con lo cual se vino una
fiebre por incorporarse al partido azul o por lo menos colaborar (no aceptan
ralea como militantes). Al que no quiso identificarse lo corrieron del
gobierno.
En 2018 comenzó el fenómeno López Obrador y decenas de azules y
tricolores dieron el salto malabarista. Después de todo, Morena es una
organización nueva y, sus militantes, no pudieron haber nacido ahí. Tenían
que venir de otros rumbos.
Además de Garza Narváez, uno de los casos más sonados fue el de
Ramoncito Gómez Leal, el cuñado de Cabeza de Vaca, a quien le fue tan
bien que ahora es Senador de la República, e igual Olga Sosa Ruiz, que
forma parte del gabinete estatal de la 4T.
Hablando en argot de boxeo, hay gente que cabeceó para donde venía
el golpe, como ejemplo Rosa María Muela Morales, de Tampico. Dejó el
Revolucionario y se acogió al guinda para ser candidata a la alcaldía del
puerto en 2018. Había sido regidora, diputada, jefa del Instituto de la Mujer,
delegada del Prospera obradorista.
Cabeceó mal. En 2022 se incorporó a Movimiento Ciudadano después
de bailotear entre PRI y Morena.
Hay decenas de ejemplos de “suertudos” que se definieron a tiempo en
el Movimiento guinda. Hoy cosechan los frutos luego de demostrar que no
son traidores. Brincaron a tiempo.
Cuando los funerales del PAN avanzan más de medio camino a la
sepultura, se habla de una próxima desbandada azul o gente que por lo
menos no van a colaborar con las campañas en puerta, verbigracia José
Julián Sacramento, ex senador y ex candidato a la gubernatura y otros
anticabecistas perseguidos el sexenio anterior.
Famoso ya en la temporada el grupo “Ola Azul” de panistas que apoyan
a Claudia Sheinbaum en sus aspiraciones presidenciales, que nació en la
ciudad de México y se extiende virtualmente por el territorio nacional.
Llegará a Tamaulipas.
En Morena saben que son tiempos de definiciones y, en cuanto
arranque formalmente el proceso eleccionario a mediados de septiembre, al
igual que lo hicieron en el 2022, comenzará un proceso de apertura para
recibir a gente que equivocó el rumbo. Tendrán que hacer cola.
Hay decepción en el panismo, los traicionaron y hasta los “vendieron”.
La gente se va por el ganador y con mayor razón cuando es una
organización fresca.
No se necesita mucho para integrarse como Protagonista del Cambio
Verdadero: Ser mexicano, mayor de 15 años, no estar afiliado a ningún otro
partido (o presentar la constancia de renuncia) y jurar no robar, mentir ni
traicionar.
Morena tenía registrados alrededor de 470 mil afiliados. En los primeros
meses del 2023 incorporó a 2.5 millones que lo hacen con mucho el partido
más numeroso de México.
Si continuamos con los “chapulines”, otros que cabecearon a donde
venía el golpe son Daniel Sampayo Sánchez y Mónica González García, de
Matamoros, consentidos del entonces Gobernador Egidio Torre Cantú. Se
entregaron al PAN, perdieron y ahora son apestados en cualquier otro
grupo.
En Tampico, el ex priísta Eduardo Hernández Chavarría, venido del
Revolucionario, entró con el pie derecho a Morena al participar como
candidato a diputado. Al perder se entregó al Demonio. Participó en la
campaña de “Truko” Verástegui.
Mejor suerte para el regidor neolaredense Ernesto Ferrara Theriot.
Renunció a una militancia de 30 años en el PAN para identificarse con los
Morenos Verdes.
Hay pilluelos que buscan colarse a las esferas del poder guinda.
Anótese a Alberto Sánchez Neri y Cuitlahuac Ortega Maldonado, regidores
del PRD en Tampico, que dicen hacer talacha por Morena.
Es el fin político de las “chapulinas” Leticia Sánchez Guillermo, Lidia
Martínez López y Nancy Ruiz Martínez, de Matamoros, El Mante y Altamira.
De haber sido leales, estarían disputando las respectivas alcaldías.
Igual, de Reynosa, Rigoberto Ramos Ordóñez no supo de dónde llegó el
golpe. Cuando despertó hacía talacha por el PAN. Busca las siglas de
Movimiento Ciudadano donde con seguridad lo van a “vender”.
Para los panistas honestos, que los hay, es momento de desmarcarse
de la corrupción y la deshonra, de apostar por camino y no vereda. Merecen
un mejor futuro.
Lunes de sesión de la Comisión Permanente del Congreso del Estado.
La novedad es que “Don Cachorro” Cantú no tiene ninguna asistencia, y
Leticia Sánchez trata de justificar sus faltas. Les viene descuento en nómina
por hacerse la pinta.