Habrá a quien resulte pretencioso, llamar amigo a alguien a quien no conoces desde la infancia, no te mueves en su círculo socioeconómico, ni tienes una convivencia de confianza cotidiana, con su familia directa.
Especialmente entre periodistas, sus relaciones con funcionarios y políticos, se entrecomillaban, hablando de amistad, reduciéndole a relaciones temporales “de interés”, se dijo por mucho tiempo.
“A ver si cuando ya no tengas el medio te sigue tratando igual… a ver si cuando ya no tenga el cargo lo sigues tratando igual”, se repetía.
Y en general, así era, en las vueltas que da la vida en el medio de la comunicación y en la política, o e serviio público, por igual, con no pocos botones de muestra que hicieron historia.
Bueno, en esta etapa de la transición digital, se valora más la capacidad del comunicador, nunca más supeditado al espacio que le concedan las grandes empresas periodísticas.
Y los personajes públicos, no requieren de un cargo para gozar del reconocimiento popular.
Valga eso, en el replanteamiento de las relaciones entre los factores de la comunicación, desde la fuente hasta el transmisor y el destinatario mismo.
Más allá de esas generalidades, desde más antes, perfiles, como el que caracteriza al exgobernador EUGENIO HERNÁNDEZ FLORES, han sido capaces de generar empatías por donde van pasando, hasta ganarse aprecios que se vuelven relaciones de amistad.
No creo ser el único que considera a GEÑO amigo, sin ser de la misma edad, haber coincidido en la escuela, compartir en encuentros familiares, juntarnos en los cumpleaños o salir de paseo juntos.
Sí, durante su gobierno y desde antes, tuvo deferencias para mi persona, que pudiendo ser institucionales, se encargó de hacerlas sentir personales.
Mi aprecio, publicado está, trascendió hasta el reconocimiento a su oficio como administrador público, hasta la condena por su persecución política, desde siempre, sin tregua, disimulos, ni recovecos.
De la descomunal obra que desarrolló y las consideraciones para todas las personas con las que supe se relacionó, incluso, durante su injusto cautiverio, hasta la inconsistencia de las acusaciones, sin perder de vista el torvo perfil de sus persecutores.
Desde los empleados más humildes hasta los encumbrados funcionarios y empresarios, ciudadanos en general, me han dado testimonio de su bonhomía; los más, si no todos lo consideran su amigo.
Claro, el exgobernador tiene su círculo de amistades de origen, desde antes de entrar a la cosa pública, a los que igual tendrá en sus complacencias, aun aquellos que algún perjuicio le causen.
Ayer, en torno de su agenda pública, el Gobernador AMÉRICO VILLARREAL ANAYA, fue entrevistado sobre la liberación de EUGENIO, y declaró su alegría por el hecho, que favorece a un victorense de bien, de cuyo proceso dio seguimiento.
“Tuve la oportunidad de ser funcionario en su gobierno; nuestros padres y sus abuelos se conocieron. Somos de Victoria y nos conocemos de las generaciones que fundaron o estuvieron en un inicio aquí y las familias se aprecian”, dijo el Ejecutivo.
Luego le preguntaron si ocuparía algún cargo administrativo o político en el Estado y AMÉRICO respondió que eso deben preguntárselo a él; “él lo decidirá; platicaremos en su momento”.
Dada la popularidad y aprecios de que goza, no han faltado quienes han querido instalarlo en el tema electoral.
La foto que publicó con él el ex alcalde y viejo amigo -de esos que todos tenemos alguno y yo dos-, ARTURO DIEZ-GUTIÉRREZ, dio hasta para que una publicación quisiera endosárselo al MC, con el que este fue candidato.
Nada más alejado de la realidad.
Lo que se sabe, es que EUGENIO no quiere saber de política y gobierno.
Sus afanes están puestos en recuperar el tiempo perdido de convivencia con su familia y finiquitar el proceso de extradición, hasta reivindicar su imagen que verdaderos delincuentes, como el exgobernador de triste memoria se empeñó en ensuciar.
El pueblo está con él y entre la masa, aquí sigue contando con una humilde amistad.