En el viejo sistema político tamaulipeco, el gabinete gubernamental, tenía tres funciones fundamentales: auxiliar para bien gobernar, equilibrar el poder en las regiones y ser fuente de candidaturas. Esa arquitectura de poder la hizo funcional, el político más trascendente en la historia de Tamaulipas, Emilio Portes Gil (EPG).
Por décadas, esos principios fueron reglas para el equilibrio sociopolítico en la región.
Lo cuenta en sus memorias, el victorense.
Nunca tuvo problemas de armonía al interior del grupo dominante. O al menos no tan desequilibrantes, por el reparto de la autoridad.
Eso le permitió mantener el control de la entidad, por más de treinta años.
La herramienta de esa paz institucional fue el Partido Socialista Fronterizo (PSF). Y en los momentos de disputa más cerrada por las candidaturas, se implementaban los plebiscitos. Se convocaba a la ciudadanía en los pueblos para que decidieran el candidato de sus preferencias. Era tan democrática la medida, que el ganador no presentaba objeciones.
Barrió con las anacrónicas élites.
Para no hacer tan radical la medida, ocasionalmente los convidaba a disfrutar el poder: al terrateniente Jacobo Martínez, cada que se ausentaba EPG por varios días para realizar tareas que se le encomendaban en capital del país, lo nombraba gobernador provisional.
El hacendado Martínez, hacía como que gobernaba; él, hacía como que lo dejaba gobernar.
De esa manera, las rancias familias no se sintieron desplazadas totalmente del poder. La armonía política, fue un principio del abogado victorense. Ese valor de la política sería norma esencial de la forma de sus gobiernos.
La mano de seda para gobernar le permitió democratizar el poder, sin disturbios, de tal manera que pudo llevar a la gubernatura a personajes tan disímbolos como Francisco Castellanos Tuexi –abogado brillante y uno de los cuadros más destacados del portesgilismo– y Magdaleno Aguilar un ejidatario líder de depauperados campesinos.
El andamiaje construido por EPG fue tan preciso y eficaz, que le permitía ese tipo de movimientos sin generar disturbios en un sistema sólido, de bases firmes y duraderas.
Nunca el control político estuvo tan extenso como con el abogado victorense. En el sur de Tamaulipas, basó su influencia en los poderosos sindicatos obreros; a ellos los colocó en las alcaldías y en toda la urdimbre de las Juntas de Conciliación. Todo el circuito de autoridad estaba en manos de los portesgilistas.
En el centro, el poderoso movimiento campesino fue el generador de candidaturas y la fuente de poder fue la Liga de Comunidades Agrarias.
En el norte, los poderosos rancheros y terratenientes medios, y profesionistas, tomaron el control sociopolítico bajo la mirada de EPG.
Esas reglas, fueron tan potentes y operativas en la praxis del poder, que hasta los gobiernos neoliberales las siguieron a pie juntillas.
Las rebeliones, en algunos municipios fueron el resultado de quebrantar los consejos del experimentado de Portes Gil.
La historia sigue siendo la maestra de la política.
