En Río Bravo, Tamaulipas, se están viendo dos prácticas políticas. Una, la realizada por el representante del PAN, Miguel Almaraz, que en un afán por llevar agua a su molino rifa carros chocolates –sus críticos le echan en cara eso, toda vez que promueve el delito de contrabando–; la otra, ejecutada por el líder de los morenistas del pueblo, Héctor el Calabazo Villegas, quien desde la discreción y con recato –por ordenamientos legales, los funcionarios no deben participar en eventos de proselitismo–, envió –se presume– a sus operadores y operadoras a crear una fuerte red social para apoyar al candidato de MORENA-PV-PT, Américo Villarreal Anaya.
Desde hace años, Almaraz impulsa apoyos sociales bajo sospecha, que no le han alcanzado para ganar una elección.
Va invicto: todas las ha perdido.
Ha tirado millones de pesos, en proyectos fallidos.
Su contraparte, el Calabazo, lleva dos elecciones consecutivas ganadas: una diputación federal y la alcaldía. Por supuesto: eso marca diferencia en la contienda que está en marcha. La disputa por la ciudad, parece estar definida y marcada por esos antecedentes.
Villegas, ha guardado su protagonismo para otras ocasiones.
Sin aparecer en público –como debe ser en un alcalde que debe gobernar para todos– envió –se cree– a su carta fuerte en la movilización y en la organización sociales: Ana Lilia García Ortiz, quien pidió licencia a su cargo de titular de la Secretaría de Bienestar en el Ayuntamiento, para sumarse abiertamente a la campaña de Villarreal Anaya.
La dama y su equipo –también pidieron licencia un grupo de colaboradores suyos en el SEBIEN– construyeron un tejido social que superó con mucho la operatividad de una estructura partidista guinda sin pies ni cabeza en el pueblo.
Es producto de la estrategia del Calabazo –se dice en corrillos políticos– y a la concreción de esa ruta política por parte de García Ortiz, que el candidato lopezobradorista se mantiene por encima de los trabajos de Almaraz y sus correligionarios.
A ese escenario, se suma la labor del alcalde quien le ha metido potencia a la rehabilitación de los servicios públicos abandonados desde hace cuando menos 18 años.
Una de las obras de mayor relevancia, es la iluminación del libramiento sur de la ciudad. Ha tenido un impacto muy positivo entre la ciudadanía, toda vez que en ese sitio se generaban innumerables accidentes automovilísticos por la falta de alumbrado. Muchos conductores, terminaron en las aguas del canal Anzaldúas.
A la presencia de las brigadas de impacto y de organización, de Ana Lilia, se debe que las reuniones de campaña de Villarreal Anaya, hayan sido todo un éxito en suelo riobravense.
Almaraz, sigue cosechando tropiezos: se dice representante del gobierno del estado anunciando pavimentación de calles sin cumplir; el Calabazo, a la chita callando, va delineando su tercer triunfo en las urnas.
Gran favor, hicieron a MORENA y al Calabazo, con la instalación de Almaraz en el comité de promoción del aspirante panista a la gubernatura.
La declinación de Miguel, sigue su ruta descendente.
El futuro del Calabazo, se ve luminoso y ascendente en MORENA.