Tamaulipas, está viviendo una de las crisis sociopolíticas, más profunda de su historia. Las elecciones del 5 de junio, no resolvieron las contradicciones del sistema político regional; al contrario: las ahondaron. Los que se deben ir -la administración estatal actual- no quieren; los que acaban de llegar -el gobierno en ciernes, en larva-: aún no puede hacerlo.
Los zipizapes en el Congreso local, son apenas el preludio de lo que vendrá.
El PRIAN, ya mostró el proyecto que instrumentará hasta el 2024: frenar las políticas y los actos de gobierno de Américo Villarreal Anaya.
MORENA y aliados, enfiestados por el ambiente triunfal que los rodea, no han podido articular respuestas para contener una fuerza política que no se extinguirá -acaso se debilitará un poco- con el ascenso del médico el 1 de octubre.
La resistencia a dejar posiciones de poder, es tan añeja como la misma política. No es esa actitud, la que genera del todo, lo ríspido del paisaje sociopolítico regional.
De ninguna manera.
La fuerza de reemplazo, mucho tiene que ver en el incremento o en el decremento de la crispación. El nuevo poder, quien encarna la alternancia, tiene la obligación de permitir hendiduras para el acuerdo; hay una sentencia de los mariscales de la guerra: a enemigo que huye, puente de plata.
No se trata de comprar o vender complicidades; es llegar a acuerdos, por los que pasa necesariamente la gobernabilidad de la entidad. Todo se puede, bajo los principios éticos de lo que tiene que ser la IV T en la comarca.
El cuarto de guerra de Américo Villarreal Anaya, que operó en los comicios, debe transformarse en un gabinete de transición. El ciudadano que asumirá responsabilidades de la política interna, ya estuviera actuando para atemperar y apaciguar los efectos de una gobernabilidad compartida.
Desde el Ejecutivo estatal, se pueden hacer grandes cambios; si se quiere y si se tiene la templanza, aún en estos escenarios trepidantes y oscuros. El gabinete que acompañará al gobernador, en sus esfuerzos por concretar los compromisos se hizo con la ciudadanía, es una obligación que sean ciudadanos con empaque para cada una de las responsabilidades.
No será, un camino de hojuelas sobre miel.
Ni para el PAN, ni para MORENA.
Los azules, tendrán que pagar el costo de sus empecinamientos.
Los morenos, deberán ganar la opinión pública -ante aquella posición panista- para llevar agua a su molino e intentar ganar el 2024, la mayoría en el Congreso del estado y la mayoría de las alcaldías.
Roma no se hizo en un día.
Es palpable: la IV T, a plenitud, tendrá que esperar dos años para iniciar su despegue o presenciar su naufragio.
Son los tiempos del acuerdo y de la tolerancia, para dar paso a la convivencia civilizada y pacífica.
No hay diferendo político, que el diálogo no resuelva.
Los tamaulipecos, lo agradeceremos.