Desde que comenzó a aplicarse, el “Plan DN-III-E” del Ejército Mexicano se ha aplicado en 5 mil 575 eventos en el país.
Esto es en 797 Sistemas Tropicales y fuertes lluvias, 141 Explosiones, 8 Sismos, 1 mil 999 Incendios y 2 mil 630 eventos de diversa índole, con la participación de 166 mil 874 elementos, 16 mil 043 vehículos y 87 aeronaves.
La Secretaría de la Defensa Nacional a través de las Comadancias de la IV Región Militar y de la 48/a. Zona Militar, informó que fue un 17 de junio, hace 56 años cuando comenzó a aplicarse el “Plan DN-III-E”.
El cual es el instrumento operativo militar en el que se establecen los lineamientos generales al Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos, para el auxilio a la población afectada por desastres.
La historia…
El primer antecedente documentado sobre la participación de las Fuerzas Armadas en funciones de auxilio a la población civil fue en 1926, derivado de las severas inundaciones que sufrió el Estado de Guanajuato, lo que ocasionó un estado de emergencia que rebasó las capacidades de respuesta de las autoridades, siendo necesaria la actuación del Ejército para apoyar a la sociedad.
Los constantes desastres naturales que afectaban al país, originaron que en 1965 la Secretaría de la Defensa Nacional, incluyera en la versión número tres del Plan de Defensa Nacional, el anexo “E”, que correspondía al Plan de Auxilio a la Población Civil. Así surgió el nombre de Plan DN-III-E, como lo conocemos actualmente en México y en el mundo.
Este plan se aplicó por primera vez el 10 de octubre de 1966, cuando el huracán “Inés” categoría 4 impactó en los estados de Veracruz y Tamaulipas, originando el desbordamiento de ríos que afectaron a cerca de 84 mil personas, además de diversos daños materiales.
Las actividades que el Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos realizan para auxiliar a la población ante una emergencia, se encuentran enmarcadas en el artículo primero, fracciones tercera de la Ley Orgánica del Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos.
México, por su ubicación bioceánica y por encontrarse entre las Placas de Cocos, de Norteamérica y del Pacífico, además del Cinturón Volcánico que atraviesa nuestro país, está sujeto a una gran variedad de fenómenos perturbadores de carácter cíclico y otros más eventuales, que representan riesgos potenciales en materia de desastres, como la actividad sísmica y volcánica, huracanes e inundaciones, entre otros. Otros fenómenos perturbadores que también afectan a nuestra nación, son los incendios forestales, las heladas, sequías y explosiones de diversa naturaleza.
Las actividades que el Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos realiza para la aplicación del Plan son: Fase de Prevención, donde se establecen las medidas y acciones que se pueden realizar ante la presencia de un fenómeno perturbador, llevando a cabo un análisis de riesgo de los posibles escenarios, Fase de Auxilio, se activa un Centro Coordinador de Operaciones en el Estado Mayor Conjunto y en los Mandos Territoriales afectados, llevando a cabo las coordinaciones necesarias con autoridades civiles en los tres niveles de Gobierno, Fase de Recuperación, se distribuyen despensas e insumos a la población afectada, así como el apoyo para el despeje de las vías de comunicación y reconstrucción de edificaciones.
Con la finalidad de contar con una mayor capacidad de respuesta, dada la dimensión de los fenómenos perturbadores, se dispone de una “Fuerza de Apoyo para Casos de Desastre”; esta fuerza, se organizó desde el año 2000, como resultado del cúmulo de experiencias en la aplicación del Plan DN-III-E y la necesidad de crear nuevas formas y métodos para hacer más eficiente la participación del personal militar.
Así se integra…
Esta fuerza es circunstancial y se encuentra siempre disponible con efectivos que van desde 735 a 3 mil 200 elementos militares y se activa por orden del General Secretario de la Defensa Nacional, se organiza en 2 componentes, terrestre y aéreo.
Dentro del componente terrestre se encuentra la Fuerza de Tarea de Emergencia Valle de México, que es la base de la organización de la F.A.C.D., la cual tiene como propósito mantener en situación de alerta, una fuerza flexible y móvil capaz de hacer frente a cualquier emergencia.
Su participación…
La participación del Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos a través de la historia en emergencias y desastres ha sido determinante, destacándose los Sismos en la Ciudad de México, el 19 de septiembre en 1985 y 2017, Huracán “Pauline” en las costas de Oaxaca y Guerrero en 1997, huracán “Isis” en Sinaloa, Sonora y Baja California Sur en 1998, Incremento en la actividad del Volcán Popocatépetl en diciembre de 2000, Inundaciones en Tabasco en 2007 y 2020, los huracanes “Ingrid” (Golfo de México) y “Manuel” (Océano Pacífico) en 2013, el cual fue un evento extraordinario que afectó al mismo tiempo durante el mes de septiembre a 21 estados del país y más de 400 municipios, Sismo en Chiapas, que afectó Oaxaca y Tabasco en el 2017, Pandemia del virus SARS-Cov-2 (COVID-19) y reforzamiento del Sistema Nacional de Salud desde el 2020, huracán “Grace” en Quintana Roo, Yucatán, Campeche y Veracruz en 2021, incendios forestales en Nuevo León en 2021 y 2022; en la actualidad, las afectaciones del huracán “Agatha” en Oaxaca.
Efectividad…
La eficacia de este Plan ha permitido que desde 1996 se aplique a nivel internacional con el nombre de “Ayuda Humanitaria” en 85 ocasiones a 28 países; de lo cual, en la presente administración, se han realizado 40 actividades de asistencia, derivadas de las afectaciones por huracanes, sismos, pandemia del virus SARS-Cov-2 (COVID-19) y fenómenos socio-organizativos; asimismo, por el conflicto Rusia-Ucrania, aeronaves del Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos, repatriaron a connacionales y a ciudadanos de otras nacionalidades, logrando con esta acción, alejarlos de las consecuencias provocadas por el conflicto.
En los 56 años del Plan DN-III-E, sigue evolucionando para ayudar a las necesidades nacionales e internacionales desde la prevención, auxilio y recuperación, en el marco de su permanente esfuerzo a favor de la sociedad con la misión de garantizar su bienestar, logrando con esto, la reducción y mitigación de los efectos adversos de los fenómenos perturbadores.