¿Qué ocurre con el debate entre MORENA y el PAN en el escenario vigente de Tamaulipas? Se perciben en paisaje tal, dos fuerzas de dimensiones similares; ni una ni otra parece tener el músculo suficiente, como para llevar a la mesa de negociación al antagonista. La evidencia más clara de esa atmósfera, es el Congreso local: en forma pendular, la mayoría se mueve de un lado a otro sin que se vea claramente quién define en el pleno del parlamento. Ni uno ni otro bando, en condiciones normales, está en la posibilidad de lograr las dos terceras partes de los votos para obtener reformas sustanciales a todo proyecto de Ley que exija esa proporción; dentro de ese tenor, debemos inscribir los cambios a la Constitución del estado. En el intercambio de posturas partidistas –MORENA y PAN–, los dirigentes guindos han sido achicados por la estridencia –que ha resultado, al parecer, efectiva para los azules–; ésta circunstancia, puede ser explicada, por la inexistencia de una dirigencia legítima morenista. El líder estatal, sigue en su postura anti Américo Villarreal Anaya sin que el CEN o el delegado, tomen medidas drásticas ante un hecho que amerita ser sancionado; la expulsión en este caso, no sería vista como radical, pero no se ve la instancia lopezobradorista que meta orden en una agrupación que insiste en demolerse desde adentro. Es decir: el PAN, tamaulipeco, se ve funcional –como estructura– ante un MORENA, inexistente y con serios problemas internos. El delegado del CEN de los guindos, no alcanza a tomar las riendas del debate y llevar a buen fin la confrontación con un PAN herido, que aún hace daño. ¿Qué falta en ese escenario de incertidumbre y entrampamiento? Casi nada: un operador que pueda destrabar, el atorón. (Ya está ganando terreno, la tesis panista de que no le tomarán protesta al gobernador electo el 1 de octubre; evidentemente: es un absurdo, lo que sorprende es la imperceptible respuesta del equipo de Villarreal Anaya). ¿Dónde está la mano que tienda acuerdos tersos con los que se van? El delegado de MORENA, está inhabilitado para esa misión; no puede ser parte de la solución, toda vez que es parte de la rispidez. (Sería complicado para él, negociar en medio de tanto encono que ha generado y ha producido desde la contienda electoral). Urge, un interlocutor con los actores reacios. Un elemento, que sea capaz de articular una ofensiva política eficaz al tiempo de llevar al tapete de los pactos a quienes se mueven en los límites de la rebelión y el golpismo. Un personaje, con el talento necesario, para instruir a los alcaldes –¡MORENA gobierna a la mayoría de los tamaulipecos en los principales Ayuntamientos de la entidad!– para su incorporación al debate regional. Estos imprescindibles actores, no han dicho esta boca es mía en el encarnizado encuentro entre el delegado de MORENA –y sus diputados locales–, el gobernador electo, Villarreal Anaya y los más conspicuos representantes de la administración estatal que se va. ¿Por qué no han opinado sobre las declaraciones del PAN y sus legisladores? Han visitado al gobernador electo… …para pedirle el apoyo de la administración que encabezará. Se nota que no están leyendo la realidad tamaulipeca: los alcaldes guindos, deberían poner como la prioridad de prioridades, apuntalar la legitimidad y la legalidad de su gobernador. La suma de esos liderazgos, fortalecerían el esfuerzo de los retazos partidistas de MORENA que combaten contra los panistas y consolidarían a Villarreal Anaya y su potente caudal electoral que lo arropa. (Un dato: Américo Villarreal Guerra, sintió como muchos de sus antecesores, una virulenta embestida de factores políticos externos e internos. ¿Qué hizo, su brazo político? El secretario general de gobierno, Heriberto Batres, agrupó a los alcaldes y lanzó una contraofensiva mediática en la CDMX: desplegados, entrevistas, gacetillas. Esas expresiones, al mismo tiempo, fueron signadas por agrupaciones empresariales y de la sociedad civil. No fueron los factores definitivos para atemperar el clima; sí, llamó la atención de la Federación para intervenir en Tamaulipas y frenar la guerra de alta intensidad que estaban desplegando los presidenciables). ¿Habrá un alcalde que levante la mano? O acaso -sarcasmo-, ¿tienen miedo a una orden de aprehensión?