La IV T en Tamaulipas, no sólo debe parecerlo por la retórica de sus líderes y representantes; tiene que serlo en los hechos. El lopezobradorismo, no es un catecismo ni es un rezo; es, una práctica y una filosofía. Por algo, Andrés Manuel López Obrador, luego de más de tres décadas de fragorosa participación en las filas opositoras, construyó esos consensos impresionantes que lo llevaron en el 2018 a la presidencia de la república.
Uno de los ejes, que más potencia ha dado a las políticas de AMLO es la austeridad republicana; incluso, la reforma constitucional que prohíbe a la burocracia ganar más que el presidente, es el objetivo reflejo de esa visión para evitar un gobierno rico con un pueblo pobre.
¿Y Tamaulipas?
Uno de los enigmas que con mayores ansias esperan ciertos segmentos de la sociedad tamaulipeca, es ¿qué se va a hacer con la Casa de Gobierno?
Es uno de los espacios públicos más agradables y confortables del estado. Desde el gobernador Emilio Martínez Manautou, ha sido ocupada por los gobernadores y sus familias. Su origen tiene una lógica explicación: EMM, no tenía casa de ciudad Victoria, porque, -con todo y que tenía sus raíces en Matamoros-, había desplegado la mayor parte de sus vidas profesional y política en el entonces Distrito Federal.
¿Hoy es necesario ese uso fastuoso de la mansión que con inversiones súper millonarias -cada seis años se reconstruye desde pisos hasta muebles- inmorales en estos tiempos han erogado familias que se sintieron de la realeza janambre?
Algunos curiosos, han manifestado que se reconstruye la casona de los gobernadores. No hay nada oficial, toda vez que la administración que representa, Américo Villarreal Anaya, no ha dado su opinión del uso que dará a ese inmueble.
AMLO, apegado a su praxis, dejó la casa oficial de Los Pinos y ocupó un departamento en Palacio Nacional.
Hasta donde se sabe, ha sido un éxito la transformación de la casa presidencial en museo y paseo familiar. Miles y miles de mexicanos, desfilan por ese sitio constatando los días de lujo y exceso de las familias presidenciales.
Villarreal Anaya, oriundo de ciudad Victoria, se conoce, posee bienes en la localidad; es decir: la ocupación de la casa de gobierno sería una opción que lo alejaría de los principios del lopezobradorismo. Y cómo no: ante el clamor de falta de presupuesto, producto del saqueo indiscriminado del gobierno panista que se fue, lo menos que un gobernante puede ser es llevar a la práctica conductas y acciones que contravengan los principios que la IV T, se ha puesto como norma.
¿Qué se va a hacer con esa palaciega casa?
Aún no se sabe.
Sería saludable para sociedad y gobierno, se estableciera con claridad el destino de ese palacete; en los momentos actuales, es un monumento a la corrupción y al dispendio.
¿Cuánto cuesta el mantenimiento de ese inmueble -hasta hoy ocioso- a los tamaulipecos?
Se desconoce.
Los ciudadanos veríamos con júbilo el anuncio de usos sociales y de beneficio colectivo de esa propiedad que es de todos.
Una de las actitudes que deslegitimaron a los gobiernos del PRIAN en el estado, fueron sus desmedidas ambiciones y su descomunal falta de compromiso con la sociedad.
¿Rescatar ese espacio público para la comunidad, es un acontecimiento pequeño?
Sí, sí lo es.
Sólo que las grandes transformaciones, inician con pequeños pero significativos cambios.