Francisco García Cabeza de Vaca, es un fenómeno político en Tamaulipas. Desde Emilio Portes Gil, no ha existido un gobernador que haya podido crear una estructura transexenal, como él. Tiene una mayoría en el Poder Legislativo, una absoluta mayoría en el Poder Judicial, y posee innumerables partículas del Poder Ejecutivo; y en diversas Secretarías cuenta con múltiples aliados y personeros.
¿Es acaso una muestra de su talento y de su inteligencia, esa arquitectura de dominio más allá de su sexenio?
No, no lo es.
Es sí, una deplorable muestra del uso de los recursos públicos, para corromper el sistema político de la región y para el ejercicio del poder, como un instrumento de patrimonio familiar.
Construyó todo un imperio político-económico desde la más deleznable práctica neoliberal: erigió un sistema político en función de beneficios para sus hermanos, primos, compadres y amigos. Puso en el centro de su ejercicio de autoridad, la acumulación de bienes y no en aportar estrategias de gobierno para beneficio de la sociedad.
Nunca nadie como él, corrompió en forma tan abierta y evidente al Poder legislativo; más de media docena de diputados y diputadas, fueron compradas para declinar con sus principios y sumarse a la banda de delincuentes de cuello blanco que hicieron y deshicieron la Constitución local, para entronizarlo como factor protagónico en el escenario local y nacional.
No le importó enlodar el rostro de esos y esas, que se embolsaron millones de pesos para vender su alma al diablo y terminar sus carreras con sus rostros llenos de lodo. Lamentablemente, las damas, fueron las más decididas a traicionar a los partidos que las llevaron al Congreso tamaulipeco.
Igualmente, llenó de cieno a un Poder Judicial, que había actuado en su historia con cierta discreción y prudencia en su tarea de impartir Justicia.
Nunca como hoy, los tamaulipecos habíamos tenido un Supremo Tribunal de Justicia como el de hoy; Magistrados sin perfiles académicos para estar en donde los pusieron y jueces, que emiten sentencias a favor de su patrón sin el menor pudor y sin la menor vergüenza.
No es para presumir, esa extensión del poder del cabecismo; fue articulada, por medio de aviesas estrategias que no enaltecen y sí envilecen a quienes las operaron y más a quienes se beneficiaron.
La IV T de Tamaulipas, no ha entrado a un análisis profundo de cómo y por qué, enfrentan a un monstruo que amenaza con devorar para digerir, a las instituciones democráticas de la entidad. MORENA como partido, no ha sido capaz de convocar a un Congreso Estatal para discutir su función en una contienda político-ideológica de la cual se ha auto-marginado.
De otra manera: se ganó el gobierno, al alto costo de desaparecer como partido.
Es una certeza, afirmar: si no se desmantelan todas esas redes de operación del viejo régimen, Tamaulipas no rectificará su rumbo.
Será imposible avanzar, sin los cambios que se requieren en el Congreso local; al mismo tiempo, será un sueño pensar que se pueden instrumentar cambios progresistas en el estado con ese Poder Judicial heredado por un gobierno que actuó en los asuntos de la Justicia, como un proxeneta: vendiendo las sentencias, al mejor postor.
Apremia, que las áreas política y jurídica de la IVT, impongan el ritmo que las reformas en el Congreso y en el Tribunal de Justicia, exigen.
De lo contrario, el ex gobernador, seguirá exhibiendo su mofa y su cinismo.